VERANO



Quedé anclada en el tiempo
aquel día de verano
un agosto que guardó la calidez
para todos los inviernos,
o los fríos veranos que siguieron.
Los que sucederán sin ti.
Quedé anclada entre los muros y el cielo,
entre la niebla que escondió el futuro,
entre las baldosas y tu encuentro,
entre las risas
y esas almidonadas sábanas
que nunca se abrieron,
morí de amor en un instante
al mirar tus ojos
y quedé anclada, entre el mar
y los ecos de nuestras voces.
Me equivoqué. Me confundí.
No sé por qué no supe leer
ni supe escribir tu piel.
Porque no quisiste abrir tus puertas.
Y me quedé ahí. Respirando, pero muerta,
entre el portal de tu casa y la noche.
Entre la música y la quietud,
entre el susurro de las olas
y tus manos,
Y solo queda anclado mi recuerdo
al respirar brevemente
con la brisa que produce
el aleteo de las páginas de nuestra historia
al pasarlas en un vuelo.

No necesito que tú quieras
para amarte.
MEG.


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