ROTA

Se había roto por dentro. Y no quería aceptarlo. Eran tantas las llamadas desde afuera... esos neones luminosos que se alzan cuando el caos invade el universo y los psicólogos han de luchar con sus llamadas a la paz interior.
Constantemente leía las esquelas de los sentimientos, y las dulces palabras de los profesionales escritas en el libro de recuerdos de sus entierros: " Lo que piensas el universo te lo devuelve" o "No es lo que te sucede, sino cómo te tomas el suceso"
O tantas otras frases que, aun con un verdadero sentido común, están hechas, simplemente, para ayudar a sobrevivir.
Pero se había roto por dentro. Eso era irremediablemente cierto. Estaba apedazado. Lleno de parches, algunos mejor cosidos que otros. Algunos, los menos agraviados, con sus bordes más lisos, lucían mejor reparados.
Otros, los que había tenido con el desgarro atroz de la zarpa que acumula en la punta de sus uñas la ira y la envidia, la falsedad, el odio y la falta de compromiso con las leyes básicas, esos apenas estaban sujetos a su alma. Los podías ver intentado sostenerse, de alguna manera, entre esas largas puntadas de hilo desgastado. Pero se desprendían por todos los lados.
Se había ido rompiendo por dentro. Y es que las peores cicatrices de la vida no se ven a simple vista. Todas ellas te las deja el tiempo por dentro.
Por eso, algunas veces, intentaba hacer la limpieza de esos pedazos y lloraba hacia adentro.
MEG.




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