SIN RESPIRAR





Me siento pez,
más no en el agua.
Me ha extraído del líquido
la red
y respiro el fuego,
salto para no morir...
parece que los golpes
de mi cola contra el suelo
son contrapesos que el alma retienen,
por dolor, decir, sentir algo,
aunque sea ese dolor
como si en vida
me estuviera descamando.
Y me siento pez
fuera del agua.
Ahogándome con el aire,
buscando dónde fluir...
tras los pasos de un dios menor,
por doctrina básica,
por el talento justo, obvio y preciso
que requiere el trabajo de vivir
cuando se piensa.
Me siento pez en pecera
topando por momentos
con la frontera de cristal
que me deslumbra y engaña,
que me hace pensar que estoy seguro.
Me siento pez resbalando
frotando la nada.
Brillando de mentira
cuando un leve rayo de luz
cae en mi espalda,
y casualmente
choca contra mi escama levantada.
Me siento pez
en un banco de peces
nadando en locura,
cabriolas hermosas, flashes de luces
escondiendo temores,
espantando peligros.
Me siento pez
devorado por el grande,
alimento de bocas insaciables.
pez enamorado de un navio inalcanzable,
que rompe las olas del mar
y abraza el viento con sus velas,
y navega y vuela,
y no le alcanza.

Marga Escuder Gea



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