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Camino azul
Una senda recorre el poeta,
ese ser adicto de tristeza.
Un camino azul cobalto
que a cada pisada oscurece,
y se pierde en despedidas
sin adioses,
La senda que jamás
volverá a ser andada
y que mil veces, miraremos
hacia atrás
los que lloramos letras.
Canciones, recuerdos,
si acaso, olvidos voluntarios,
como seres memoriosos
sufriendo cada segundo pasado.
La senda alegre, la marchita,
cualquier recuerdo se graba al fuego
en los surcos del cerebro.
Ni que mueran las neuronas
se olvida,
ni cerrando los ojos
se espantan las vivencias.
Sólo bailar con la parca
de los miedos nos aparta,
danzando,
flotando en su abrazo
y girando, girando...
envueltos en su manto
nos arrastra con ella
y ahí, descansamos.
Locos conscientes esos poetas,
intentando encajar en un puzzle
de piezas con tara,
intentando vaporizar la ternura
mientras que, por química básica,
las lágrimas se tornan ácido.
Marga Escuder Gea
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