UNOS ZAPATOS DE PLOMO



Llevaba tanto peso
con mi responsabilidad...
que ni me daba cuenta
que no podía coger altura.
Llevaba tanto peso en los hombros
que me impedía volar
que no aprendí lo que el vuelo da.
Arraigada en las necesidades,
con las raíces clavadas
en el terrible esfuerzo,
obcecada en salir adelante
empujando adversidades.
Mirando casi siempre el suelo
para poder avanzar,
regando la cosecha con lágrimas.
El dulce tiempo de arar la tierra
que acoge la siembra del legado
pasó en unos años,
tiempos de aspiración y de suspiro,
y ahora, desligada por completo
de la tarea de darme,
me he vuelto una niña peculiar
sin cuidados de Miss Peregrine.
Y reconozco que de tanto ir a gatas
no domino las alturas.
Necesito que me hagan
unos zapatos de plomo,
o pesados como tal,
para no ascender demasiado
y perderme entre las nubes.
Esas nubes que desconozco.
Y es que una, siempre pegada al piso,
no aprende casi nada,
sin vuelo no hay experiencia,
Y una se va volviendo
una chica sencilla,
una cabeza infantil con canas,
un ser tan transparente
sin pizca de picardía,
casi una estúpida mojigata,
que se enamora de todo lo que la lastima.
Marga Escuder Gea


Comentarios

Entradas populares