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UN NUEVO DÍA
Tañen las flores
dando la bienvenida al día,
se ha levantado el sol
en el opuesto de la orilla,
resplandece la línea infinita
del final del planeta,
donde puede saltarse al universo
sin trampolín.
Los pájaros se desperezan,
lavan sus plumas con las gotas del rocío,
despierta poco a poco la vida,
empieza a asomar su naríz
por el balcón del horizonte.
El aire es fresco y vaporiza todavía el olor
de los nocturnos jazmines,
en el cielo, el azul es inacabable,
ni una nube desdibuja su color.
En ese pueblo blanco
orillado a merced del oleaje
comienzan a bullir los enjambres humanos
con su ruido imparable,
abren las persianas, rugen los motores,
exponen sus mercancías a la calle.
Y se mezclan aromas de pan
con café recién hecho.
Lo cotidiano con la poesía,
lo importante y lo banal
un ying y yang necesario
y que universalmente va unido.
Y sentada, tras los visillos
del humo de mi café,
yo lo observo todo
dando las gracias.
Es un nuevo día
con la simple importancia
de la eternidad.
Marga Escuder Gea
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