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NADA
Nada, que no sirve de nada quejarse,
porque es nada lo que ocurre.
En realidad es tan simple como temblar
ante un silbido,
como hacer sonar una mandolina
y hacerla llorar música.
No, no sirve de nada quejarse.
Las lágrimas se convierten en el ácido
que corroe las posibilidades.
Si la soledad es ahora mi compañera
voy a mimarla como si fuera mi amante.
Dejaré de compadecerme,
me he cansado de suplicar tanto amor
como el que estoy dispuesta a dar,
y que, por motivos de convicción,
voy a seguir dando.
Marga Escuder Gea
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