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LA PIEDRA
Ya no quedan piedras del pasado
en las calles de mi ciudad,
adoquines pulidos por el uso.
Los arrancaron todos,
retiraron la cadencia del pasar de los carros,
del roce de las alpargatas baratas,
del caro tacón que quedó enganchando un día.
Se llevaron esas piedras pulidas
que absorbieron los tesoros de la noche
y las aguas del rocío. Y el calor de los días.
Los suplantaron por piedras más planas,
más cómodas.
Como ese futuro que no se quiere trabajar,
adormeciendo la necesaria batalla.
A mi me gusta recordar el rostro de mis padres,
y mirar adelante pensando en los hijos de los hijos,
y dejarles ese adoquín rodado
como muestra diamante,
como prueba de vida,
como anillo de compromiso.
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