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FINAL
Salir del ojo de cristal,
de la pecera sin boca,
de la bola que guarda
pequeños tesoros bañados en agua.
Salir de mi propia prisión
cuando tiendo a volar en el sueño
embotellado,
y allí, encerrada en pleno vuelo
como polilla de la noche,
no me doy cuenta de mi oscuridad.
Salir de estos límites alambrados
que me impongo
salir de desear lo impropio,
sintiéndome urraca robadora de brillos
de metal impuro.
Salir del argumento de las viejas,
respirar un momento el óxido
de mi futuro varado
en una orilla del más allá.
Sólo me resta perecer,
dormir la asfixia del lucero,
lo he intentado tantas veces
que he roto en lluvia
una tormenta de rayos.
Me queda una sola bala
que se perderá en un cráneo abandonado,
en el esplendor de la cola de plumas
de un pavo real que ha sido embargado.
Me queda una sola palabra sorda
un adiós terco en quedarse,
un infinito misterio fundido en el azul.
Y la caricia que nunca llegaré a darte.
Marga Escuder Gea
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