MAGO

Me mecí en el balancín
de tus encantos de mago
disfrazado de hombre,
y vi que podía volar
y flotar en la caverna de tu cráneo.

Perforé tus barreras invisibles
penetrando lentamente en tu interior,
y te diste cuenta
retrocediendo dos pasos,
el que habías dado
y el que ibas a dar.

Pero nuestras almas
ya se habían conectado mucho antes
de que el relámpago te atravesara,
yo ya era tuya
y tú, en tu retaguardia,
también te habías rendido.

No levantamos bandera blanca,
fue tan solo una leve caída de párpados
para encontrarnos en la trinchera
sin ganas de luchar en contra del deseo,
sin ganas de pelear contra la fisura
que agrietaba nuestros fundamentos.
Sin ánimo de nada
más que sentirnos vivos,
temblando a cada golpe de mirada
mientras tu piel quería ser guerrera
en la mía.

Marga Escuder Gea


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