COTIDIANO

Hoy la ciudad me ha regalado un espejismo,
he visto flotar luciérnagas en las ventanas,
y sólo eran bombillas,
oí el ruido sordo de los coches que arrancan en los semáforos,
un tren pasando bajo el puente
que no me trae ningún recuerdo de la infancia.


Ya no es de madera, ni deja estelas de carbón a su paso,
ni siquiera tiene ya esas ruedas con sus barras
acopladas en acompasado movimiento,
vuelven a arrancar los camiones parados
ante el rubí de un dios urbanita.


Levanto mi mirada hacia las nubes
deseando ver caer alguna gota profeta
del aseo del asfalto,
sólo veo guiñar los ojos a las estrellas
y a la luna que se ríe oblícuamente
en un cuarto creciente
de risa de Gato de Cheshire.


¿Podría hallar poesía en lo mundano?
En el harapo de un pobre, o un borracho
que mendiga por las calles con este frío,
cuatro monedas para un trago de vino,
o en los ojos de la puta que ya no tiene esquina...


Hoy mi ciudad me ha regalado un beso torpe,
una observación de culpa
y la imagen de un progreso exacerbado,
vehículos de oro, torres de cristal
dentro de miradas muertas.

Marga Escuder Gea


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