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MI TIERRA
Nunca más llevaré un ramo de flores
muertas, arrancadas, en mis manos.
Amo la vida demasiado incluso para arañarla,
e hice promesa de respeto al ser vivo
y a la piedra, que sostiene su peso.
No, por capricho u ostentación,
por presumir de color o de lujo,
prefiero mi jersey negro y raído
que me calienta en invierno
que un abrigo de esos de pieles
tan caros, tan valorados como absurdos,
pues se lucen en eventos de cálidas latitudes.
Nunca más dañaré nada que no sea necesario
para mi sustento diario,
murieron los indios, los sabios,
murieron los filósofos y con ellos
el futuro del verde, del azul, del ocre y blanco.
Y echo de menos la austeridad de la pobreza
de esa pobreza concebida como la humilde gratitud
a morar la tierra que nos han prestado,
que el mundo no nos pertenece,
es sólo un hermoso legado.
Marga Escuder Gea
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