Relato


Cerraba los ojos y oír esa música de fondo la arrastraba irremediablemente a pensar en él. De alguna manera así lograba recordar su rostro. No había sucedido absolutamente nada entre ellos, ella le había conocido por casualidad hacía unos meses, a través de otros amigos, coincidieron en una pequeña reunión cultural, y sólo habían cruzado unas cuantas frases. Pero ella logró atravesar la barrera de la mirada de ese hombre de aspecto un poco desaliñado, desenfadado.Había logrado conectar con su interior, como un contacto no palpable, una conexión especial, parecida a la que vió una vez en un film de ciencia ficción , en la que el jinete y su Ikran, una criatura alada que cada miembro del clan debe domesticar durante su aprendizaje, establecen un nexo irrompible a través de la conexión de sus colas.
Se preciaba de tener el don de conocer a las personas con tan sólo mirarlas, podía sin darse apenas cuenta absorber todas las sensaciones de sus almas, era algo que ella podía recibir casi a través del olfato, y en ocasiones, incluso sin necesidad de coincidir físicamente con ellas.
Malena era una mujer un tanto especial, muchas veces se asombraba de sí misma, reconociéndose a sí misma con múltiples personalidades que afloraban en diferentes momentos, se analizaba con precisión y sonreía ante la capacidad camaleónica que poseía, pasando de una a otra con tanta suavidad, tan progresivamente, que apenas se advertía el cambio.Una persona bastante complicada, pero haciendo honor a su capacidad de adaptación y de poder adoptar diferentes personalidades, fácil de trato.
West era un buen tipo, sereno e inclinado a la conciliación, por el contrario a ella tenía sus brotes temperamentales, en los que precisaba encontrarse solo.
Malena se había empapado hasta el alma con las vibraciones que le provocó su encuentro con West. Ella sabía que él no era ajeno a todo ello, que alguna chispa le había prendido una diminuta llama de curiosidad que le atraía, hasta el punto de tener que hacer un gran vacío para evitar que creciera.
Estuvo a punto de levantarse para llamarle por teléfono, pero desistió. Tal vez se encontrara en ese momento acompañado por otra persona, y ella no deseaba de ningún modo romper armonías, en el fondo, sabía que tendría que ser West quien diera el primer paso, aunque ella desesperara y anhelara la compañía de ese hombre que había conocido, por pura casualidad.
Y ahora, en el vacío de la noche, cerraba sus ojos para recuperar los rasgos que se le empezaban a desdibujar en la memoria. Seguramente no volverían a coincidir nunca más. Cada uno tenía su vida y es difícil hacer el esfuerzo de cambiar lo establecido cuando han aflorado algunas canas en las sienes. Sobre todo cuando se han puesto ya muchos ladrillos en la obra de la vida, romper ese muro que se ha alzado significa destruir también otros muros, que caerán necesariamente al derrumbarse el nuestro.Se preciaba de tener el don de conocer a las personas con tan sólo mirarlas, podía sin darse apenas cuenta absorber todas las sensaciones de sus almas, era algo que ella podía recibir casi a través del olfato, y en ocasiones, incluso sin necesidad de coincidir físicamente con ellas.Malena era una mujer un tanto especial, muchas veces se asombraba de sí misma, reconociéndose a sí misma con múltiples personalidades que afloraban en diferentes momentos, se analizaba con precisión y sonreía ante la capacidad camaleónica que poseía, pasando de una a otra con tanta suavidad, tan progresivamente, que apenas se advertía el cambio.Una persona bastante complicada, pero haciendo honor a su capacidad de adaptación y de poder adoptar diferentes personalidades, fácil de trato.West era un buen tipo, sereno e inclinado a la conciliación, por el contrario a ella tenía sus brotes temperamentales, en los que precisaba encontrarse solo.Malena se había empapado hasta el alma con las vibraciones que le provocó su encuentro con West. Ella sabía que él no era ajeno a todo ello, que alguna chispa le había prendido una diminuta llama de curiosidad que le atraía, hasta el punto de tener que hacer un gran vacío para evitar que creciera.Estuvo a punto de levantarse para llamarle por teléfono, pero desistió. Tal vez se encontrara en ese momento acompañado por otra persona, y ella no deseaba de ningún modo romper armonías, en el fondo, sabía que tendría que ser West quien diera el primer paso, aunque ella desesperara y anhelara la compañía de ese hombre que había conocido, por pura casualidad.Y ahora, en el vacío de la noche, cerraba sus ojos para recuperar los rasgos que se le empezaban a desdibujar en la memoria. Seguramente no volverían a coincidir nunca más. Cada uno tenía su vida y es difícil hacer el esfuerzo de cambiar lo establecido cuando han aflorado algunas canas en las sienes. Sobre todo cuando se han puesto ya muchos ladrillos en la obra de la vida, romper ese muro que se ha alzado significa destruir también otros muros, que caerán necesariamente al derrumbarse el nuestro.

MEG





imagen: Film "Enamorarse"

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