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PERDIDA
Me perdí en tu universo,
la magnificencia de tu pensamiento,
me perdí en la soledad de tu omisión,
en el páramo yerto de tu memoria,
en la desazón de tu olvido,
en las cadenas que me aferran
a ti sin verte y sin sentirte
ni cerca ni lejano
me perdí en el blanco de tu hueso
desnudo de emoción,
en el tuétano de tu talento
inexplorado,
en la mirada que lanzas a lo lejos
y que nunca me cruza.
Quedé prendida del pelo de tu barba,
me columpié, y en los espejos de tu mirada,
fría y aislada quedé,
como el témpano que cuelga
del portal del abismo de la nada.
Mi niñez se volvíó ancestral vetustez
como esa pieza anticuada relegada
al desván de lo olvidado
cuando no supe entrar en tu morada
la que cobija tus dones,
aquella que deja que el amor
repose la cabeza en la almohada de tu cama.
Es la locura, la desazón,
ésa es la sensación que resta
si no coinciden mi deseo
y la ilusión que bate tus alas.
Y muriendo un poco cada día
conjuro tanto a dios como al infierno,
para un descanso.
Marga Escuder Gea
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