DEMASIADO

Te conocí tal vez a destiempo, y me pregunto si como dicen todos los que entran en nuestras vidas tienen una razón para ello, cuál será la tuya para haber entrado empujando de par en par mis puertas. Porque una cosa es lo que yo percibo, y parece que otra distinta a lo que sucede desde el otro ángulo de mira.
Te he conocido tarde, cuando las caricias y los manotazos de la vida ya habían dejado en mi piel arrugas y los sucesos y emociones han moldeado los surcos del conocimiento de mi cerebro.
Y a la par, a saber qué es lo que habrá tatuado tu vida en tus células…
Has llegado como un lento tren que aparece con retraso, entrando en una estación repleta de colgajos del tiempo, cuando mis souvenirs son imanes de recuerdos pegados a mí cubriéndome casi por completo.
Escuché tu música verbal y me atraparon esas dobles notas que rezuman cuando te miro a esos ojos de plasma que atraviesan con tu luz única ese brillo artificial, y he quedado prendida, suspendida en un deseo que mi razón sabe no es posible.
Yo también poseo muy poco, hoy por hoy números rojos de las deudas heredadas, unos dientes de leche y una uña arrancada, y en un cofre sin seguridad, mi corazón que late cada día con menos ánimo. Lo mantienen unas ramas que han podido escapar de su vejez y florecieron fuera de la angustia, mi familia. Y algunos días lo alimento con unas migas que saco de palabras de amor que se han dicho para otras afortunadas, que tal vez ni valoren la inmensidad de su significado.
Pero poco a poco, cansado del viaje, se va muriendo.


Marga Escuder

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